¡Ojo! Para comprender el significado que una frase o una expresión tiene en un idioma y trasladarlo a otro idioma se requiere mucha empatía gramatical, especialmente hacia aquellos elementos del discurso que —como los artículos— pueden pasar inadvertidos ante los elementos estrellas de la oración.
Por ejemplo, en italiano no es lo mismo decir «chiudere l’occhio (destro o sinistro)» que «chiuder occhio» o «chiudere un occhio». La presencia o ausencia del artículo, así como la elección de un artículo determinado o de uno indeterminado, marcan la diferencia en el significado.
El oftalmólogo le dice al paciente «chiuda l’occhio destro/sinistro» (se tape el ojo derecho/izquierdo) cuando le mide la visión y cuando le dice «apra gli occhi» (abra los ojos) se lo pide en el sentido literal de la expresión (a menos que no tengas un amigo oftalmólogo que, ante tu ceguera a ver la realidad, te diga «pero hombre, ¡abres los ojos! ¿no ves que te estás equivocando?»).
Si por el calor, la fiesta de los vecinos, el concierto del bar de abajo, las preocupaciones o por la razón que seas no pudiste dormir, dirás que «non ho chiuso occhio» (no pegué ojo).
En el mostrador de facturación del aeropuerto, cuando tu equipaje pesa más de lo consentido, la azafata puede decirte «chiuderò un occhio» (haré la vista gorda) y de esta forma evitar que pagues por cada kilo en exceso.
Pero ¿a qué viene todo esto?
Tengo un proyecto de verano que empecé el año pasado: traducir al español, «sin prisa, pero sin pausa», unos relatos breves de Cesare Pavese para autopublicarlos, y el otro día me encontré con esta frase: «Poi le diceva che la gran differenza del deserto dai paesi civili, era che laggiù non si chiudeva occhio per il fracasso».
Traduje la frase sin grandes dificultades —por esa empatía gramatical del traductor— y al cabo de un rato se me ocurrió pasar esta frase por dos traductores online, para ver el resultado.
Aquí lo tenemos [me fijé solo en las expresiones a las que hice referencia más arriba]:
- Luego le dijo que la gran diferencia entre el desierto y los pueblos civilizados era que allá abajo no se dormía ni un ojo del ruido (Google Translator);
- Luego le dijo que la gran diferencia entre el desierto y los países civilizados era que allí no se cerraba el ojo por el ruido (Reverso).
Sin ánimo de ser cansina, insisto una vez más que la inteligencia humana será más lenta que la inteligencia artificial, pero seguirá siendo más efectiva si permitimos a nuestro cerebro absorber y procesar de forma creativa y crítica todos los estímulos que nos proceden del mundo exterior e interior (las emociones son fundamentales en el proceso del aprendizaje).
Tampoco quiero ser ludita: la informática supuso y supone un gran avance para el traductor. Los programas de asistencia a la traducción con sus memorias y glosarios (elaborados por el propio traductor) o los correctores ortográficos y gramaticales que disponen de inteligencia artificial para sugerir mejoras, son muy útiles. Pero, siempre se necesita el ojo y la inteligencia humana porque, como no entienden los matices, si hay alguna errata no la corrigen.
En fin, la sabiduría plurimilenaria del hombre es un patrimonio de la humanidad que hay que preservar, simplemente porque le ha llevado a grandes logros. Sustituirlo con la inteligencia artificial, desde mi punto de vista, es un retroceso más que un progreso.